Pero ser frágil, al final y si sobrevives a ello, te hace ser más fuerte que nunca. Pero yo no presumo de ser fuerte, porque no lo soy y en cambio, presumo de haber pasado por todas o por muchas situaciones malas o peores y de seguir vivo y con una ganas de vivir que ya quisieran muchos. Yo ahora, todo lo veo más templado, menos pasional, más tranquilo y ya no voy de infarto. Lo único que me queda de todo ello, es una parte de mi instinto más asesino. Es el primer instinto que te sale (es el instinto más primario y visceral), ese que te hace palpitar como un caballo desbocado, que te hace petar la yugular como un tambor de hojalata, ese que te inunda los ojos de sangre fresca y que si no matas es porque realmente... estás en contra de matar y de sufrir y de torturar y porque al fin y al cabo, al final (y menos mal), siempre gana o casi siempre gana el pensamiento más humanista y ese pensamiento, es plácido, prudente, sosegado y sopesado. Y somos humanos (aunque muchas veces lo dudemos y por un millón de razones todas lógicas), pero la tendencia debe ser inclinarse del lado más humano posible. Y en esas... estoy yo ahora y con mucha paciencia y buena letra.
¿SOMOS HUMANOS?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario