¿INTELIGENCIA EMOCIONAL?

 

Parece que ni siquiera yo me doy tiempo para respirar con pausa y sosiego. Como si de continuo se me fuera la vida, como si estuviera en mi último momento estelar, como si mañana no fuera otro día y todo por esa sensación tan ansiosa de que a lo mejor me paso y sin enterarme... al otro lado. Tengo pánico a que borren mi disco duro y anulen la memoria que existe en mí, pues después del trabajito que me ha costado y bla, bla, blá.... Repito, tengo pánico a que me conviertan en un descerebrado sin escrúpulos o en un don nadie de corcho o en un vegetal o helecho de plástico y para ser más definitivo, o en un trozo de carne con ojos. Y mira que yo no soy de miedos... pero ¡coño!, mi cerebro es mi cerebro y puede que sea lo único que tengo y sólo pensar en el hecho de que alguien me lo puede retocar, me pone en guardia y ojo avizor.

¿Miedo yo?, pues si señor. Y es que si resulta que voy a pasar la ITV de mi coco y seguramente van a decidir tocarme unos cuantos tornillos y que ya sé que algunos los tengo flojos y sueltos... pero al mismo tiempo, también conozco a los controladores del coco ajeno (los psiquiatras) y sé que se empalman fácilmente y empiezan a apretar tornillos como posesos y al final, me dejan en estado de agilipollado perpetuo (vegetativo y baboso). ¿Quién coño sabe algo del coco?. Si yo llevo años trabajando mi coco a destajo y ya véis como va el tema, casi no he tenido progresos. Vamos, que me quedé en la parte anal y guarra de la película. Me quedé con el pis, la caca, los huevos y el que te den o el que me den por el culo...
Ahora bien, que me toquen el área de la inteligencia sí que no me preocupa mucho. Aclaro, no soy ningún superdotado y en todos los tests de inteligencia que me han realizado, los resultados fueron medianos tirando a mediocres (aprobado rasurado). Además como a esos test (que dicen que son tan sesudos) les tengo una manía que no veas, pues más baja es y será mi nota media. Claro que después viene el tío que nos habla de la inteligencia emocional y nos diserta que lo verdaderamente importante, es ser inteligente emocionalmente. Por tanto y como si nada, nos indica cual es el camino hacia la estabilidad emocional (hacia el nirvana) y ahí viene la famosa empatía de los cojones. Mi amiga más odiada, la que me desquicia más que nada y nadie y la que me hace ponerme del revés y cabeza abajo. Por tanto concluyo, que por ninguno de los lados tengo remedio, que en los test de inteligencia me muevo como pez fuera del agua (boqueo) y dada mi inestabilidad emocional, tengo un cero patatero en inteligencia emocional y además, espero seguir teniéndolo. A lo mejor todo mi problema es que soy un marciano que vino de Marte y que un día como el de hoy de hace incontables años, cayó en la isla de Menorca.




















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JULIO CORTÁZAR