Perdón
Junto a la puerta del Perdón está el albergue, un laberinto de piedra y madera. Estoy en un habitáculo, junto a catorce inquietos desconocidos, tumbado en un mínimo catre. Detrás de las delgadas paredes llegan voces en italiano, inglés, francés, alemán y otras lenguas que no distingo. Tengo calor, frío, cansancio, hambre, sueño, me duelen las piernas, no puedo dormir. Encogido en el saco en posición fetal me pregunto qué hago aquí. Añoro el Hilton de Berlín y el calor del vientre de quién yo sé.

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