¿QUE NOS ESPERA?

Ayer por la noche entraban por mi ventana sonidos roncadores, eran como profundos ronquidos como procedentes de una gran foca, pero con Apnea. Había grandes y eternas pausas sin respirar y eran tan largas que te veías obligado animar al Cachalote a que por favor respirara. Y resulta que el Cachalote apneico era el vecino de enfrente, que había apoyado su gran panza en la repisa de su ventana y con ésta guisa, se había quedado sobado. Sí sobado de pie y al borde del precipicio y supongo que después de haber engullido uno de sus asquerosos bocatas.

Y es que tiene huevos la cosa y el día que tenga una pesadilla el tío se puede lanzar al vacío. Pero claro, cualquiera despierta a la ballena de sus sueños idílicos, si el tío parecía feliz y contento. La vida es más triste de lo que parece y cuando veo a un tío así, pienso en que a veces los humanos resultamos ser patéticos y ese pensamiento me abraza y ya no me suelta. ¿Y si yo acabo como éste tío?, me pregunto siempre, y acabo así, jubilado, gordo y grasiento y como única meta, el dormirme en la ventana.

Pues así de dura es la vida y además como él, hay miles por ahí sueltos. Y yo sé que soy el raro de la película y espero seguir siéndolo y porque sino ya sé lo que me toca, roncar en la ventana de mi casa y comerme un bocadillo lleno de grasa. Y antes de dormirme en la ventana, me tiro directamente por ella, eso sí, antes me como el bocadillo, que tengo un hambre que no veas.

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JULIO CORTÁZAR