EL QUEJARSE

 


Voy a cumplir 68 años (dentro de 3 días) y aún no sé si soy un gilipollas esclavizado y porque sigo currando como un desgraciado o soy un ser que se preocupa y como buen gallego, por dejar sus cosas bien pagadas y bien organizadas. Nadie me enseñó a ser como soy y por tanto asumo pelnamente mi decisión y que en principio será currar hasta los 69 años y después, ya valoraremos que hago hasta los 70 años (cifra, que si sigo en condiciones es el máximo que tengo para poder seguir currando). Yo me hubiera jubilado a los 65 años y todos contentos y porque aparte de la medicina tengo un millón de cosas por hacer y como de cada vez el tiempo corre a más velocidad, no me vendría nada mal tener más tiempo para mis cosas. Pero la última vez que me hipotequé con mi casa, lo hice muy tarde y fuera de tiempo y conté años de mi jubilación para acabar de pagar la hipoteca. Me preocupa sobre todo, mi hijo pequeño (el síndrome de down) y el dejarle el mejor colchón económico y para que por lo menos, económicamente tenga el tema solucionado.

A veces pienso ¿y si vendo y de una puta vez mi casa de pueblo? y así liquido lo que queda de hipoteca y dejo el colchón económico para mi hijo pequeño y a tomar por culo el mundo. Claro, que también me pongo a pensar a donde iría a caer yo con mis huesos apolillados y cuando ahora mismo tengo una casa que ya quisieran muchos y yo sería el primero. No sé si muchos, pero yo sí lo tengo más que claro. Ese espacio inmenso, esa estufa de leña, ese suelo de madera, esas plantas asilvestradas, esa cocina inmensa, esas luces indirectas y tan trabajadas en el espacio de mis cuatro paredes...y todo eso, no tiene precio. Yo por mí, me quedaba en ésta isla perdida en medio del mar Mediterráneo y en ésta casa que para mí es un palacio. Pero claro, mantener el palacio, es dinero y el dinero sale de mi trabajo y además, yo dependo de la decisión que tome mi hijo pequeño.

Creo y espero que algún día dejaré de trabajar y que no sea de esos tíos que cuando se jubila le visita la muerte con su guadaña. Para eso prefiero morir trabajando a destajo y de repente y como si me fulminara un rayo. Pero eso, son ilusiones o pretensiones de un pobre paria y al que no le queda otra, que seguir trabajando. Tampoco me quejo en exceso, pero si lo hago de vez en cuando y es que además, el que no se queja es porque ya no está vivo.



















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