Miércoles 31 de enero y otro mes finiquitado. Los meses pasan en plan segundero a toda hostia y nadie muestra compasión por ello. Alguien debía decir, lo siento mucho y perdona, pero el tiempo me obliga a cometer semejante asesinato. Antes el tiempo pasaba poquito a poco, ahora en cambio, pasa como una bala que entra por tu infancia y sale cuando te mueres. Pero esa queja es universal, el viejo se siente cada vez más viejo y al mismo tiempo, el tiempo irá de cada vez, más rápido y será. menos compasivo. Nadie en ésta vida tendrá el valor de decir lo contrario. Muerte aléjate de mí y basta que eso lo pienses y lo digas, para que se cumpla lo contrario y se vaya aproximando a tí con más fuerza que nunca. Nadie se salvará de la quema, ni nadie va a vivir eternamente. Somos prescindibles y limitados y una vez muertos siempre habrá alguien que nos sustituya a su manera. No pensemos que somos seres extraordinarios y puede y solo puede que alguien destaque un poco más por encima de la media. Pero salvo 5 o 6 seres que realmente fueron extraordinarios y en la historia se han quedado, el resto nos movemos entre el rasgo bajo, medio y el rango medio alto y la mayoría formarán parte de ese ejército de soldados que solo esperan órdenes de su jefe.
En fin, que la mayoría somos seres que nos movemos en la medianía y unos estarán más arriba y otros más abajo pero siempre dentro de los límites de la normalidad. Normal, es que seas un ser social que cumple las normas y por supuesto, que casi nunca las pongas en duda. Funcionas por etapas y metas. En la primera etapa tienes ésta meta y en la segunda la otra y en la tercera etapa, tendrás la meta que viene marcada como tercera. Las cumples y será socialmente premiado y no las cumples y te tocará luchar como un jabato contra todo ese mundo lleno de normas sociales que siempre benefian a los poderosos que tienen el poder del dinero. Yo no sé si he sido un buen cumplidor de normas y tiendo a pensar que no lo he sido, pero a veces dudo que esto sea verdad y porque siempre me encantó ir a contracorriente y entonces dudo si la apreciación de mi mismo, no será demasiado subjetiva. Destilo subjetividad y barro para casa y me enorgullezco de ello.
Yo me reivindico como ser subjetivo y por tanto, que nadie me pida que sea socialmente ponderado. Yo me valoro a mi mismo, más que nadie. Me quiero, me amo y a veces, me odio y el resultado final, siempre será positivo. Me valoro. Me sopeso y rectifico y si no rectifico, es porque me siento perdido, pero conservo siempre la idea de volver a mí. Y eso a veces me ha pasado y he acabado perdido en un sin sentido. No es fácil desentrañarse y abrirse en canal y porque ahí siempre están los miedos. Los límites los marcan los miedos y esas determinadas normas sociales, que están para atornillarnos más y más a esa normalidad.
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