Y un poco de música para animar al aire ambiente, pues ésta habitación está cogiendo sombras húmedas y después para quitarlas hay que darse una sobredosis de lejía, que es con lo que se quitan esas sombras húmedas y bueno, con una buena estufa de leña, digamos que se quitan mejor con las dos cosas y punto. Teniendo en cuenta que yo vivo rodeado de mar por todas partes, esas sombras húmedas son muy frecuentes y cada año hay que vapulear las paredes y al final, ponerles unas bonitas capas de pintura, aunque lo más eficiente y además comprobado científicamente, es dar una o varias manos de cal viva y ardiente.
Pero bueno, eso también se podía hacer con todos los capullos que pululan por la vida, pero a éstos había que meterlos en barreños de cal viva y hasta que se les quemara la maldad. Pues la maldad es más difícil de quitar que las manchas de humedad y por eso requiere de prácticas radicales y contundentes. Sólo hay que salir a la calle durante un rato y ya te encuentras algún capullo delante o detrás o por los lados, pues para nuestra desgracia, a los capullos les encanta pasear y para lucir su cuerpo grimoso y así dejar esparcido por el aire su polen de mierda contaminada con su puto ego, ya que es su ego el que los contamina.
Lo malo de los capullos, que aparte de tener que aguantar su puta existencia de larvas, es que se reproducen por ESPORAS y cuando el viento se pone tonto e insistente, sus esporas llegan a todas partes, pero eso sí, empiezan por el mismo sitio donde se les vió por última vez y después ya se expanden como una ola alucinógena. Ahora mismo en mi mente tengo uno, uno que he cazado entre las telarañas de los tiempos y pìenso en él y me salen sapullidos de todos los colores y juro que si se vuelve aparecer por mi mente, en cuanto lo vea le cortaré directamente sus huevos de sapo y sin mediar explicaciones y diré que le corté los huevos, porque ese capullo era como un tumor dentro de mi cabeza y eso creo que te vale como atenuante, bueno por eso y por hacerle un favor al mundo.
Pero bueno, eso también se podía hacer con todos los capullos que pululan por la vida, pero a éstos había que meterlos en barreños de cal viva y hasta que se les quemara la maldad. Pues la maldad es más difícil de quitar que las manchas de humedad y por eso requiere de prácticas radicales y contundentes. Sólo hay que salir a la calle durante un rato y ya te encuentras algún capullo delante o detrás o por los lados, pues para nuestra desgracia, a los capullos les encanta pasear y para lucir su cuerpo grimoso y así dejar esparcido por el aire su polen de mierda contaminada con su puto ego, ya que es su ego el que los contamina.
Lo malo de los capullos, que aparte de tener que aguantar su puta existencia de larvas, es que se reproducen por ESPORAS y cuando el viento se pone tonto e insistente, sus esporas llegan a todas partes, pero eso sí, empiezan por el mismo sitio donde se les vió por última vez y después ya se expanden como una ola alucinógena. Ahora mismo en mi mente tengo uno, uno que he cazado entre las telarañas de los tiempos y pìenso en él y me salen sapullidos de todos los colores y juro que si se vuelve aparecer por mi mente, en cuanto lo vea le cortaré directamente sus huevos de sapo y sin mediar explicaciones y diré que le corté los huevos, porque ese capullo era como un tumor dentro de mi cabeza y eso creo que te vale como atenuante, bueno por eso y por hacerle un favor al mundo.
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