LOS POLVOS

Pues casi son las 6 de la tarde y tengo partido de padel a las 7 o sea que a las 6 y media, arriando que es gerundio. Pues nada que el día ya casi ha pasado, pues después del partido no creo que esté para escribir, si fuera para echar un polvo, para eso sí que siempre estaría dispuesto. Pero no caerá esa breva. Los polvos no caen del cielo, los polvos caen de andar el camino y de esforzarte por ello. Hay que currárselos, hay que trabajarlos, hay que dedicarles tiempo y comerte el tarro y quedar y salir y decir tonterías, para ver si una tía se fija. En fin, hay que estar en ello y yo no estoy, estoy pero para que me caigan de regalo.

Y a éstas alturas de la película ya nadie regala polvos, antes sí y por ejemplo te decían: éste fin de año vamos a follar como locos o el día de Reyes vamos a estrenar condones y vas a ver como los dejamos. Ahora no y porque los años no pasan en balde y todo dios está casado, arrejuntado, separado o divorciado y con un buen montón de problemas pendientes de resolver y con hijos del primer matrimonio y la mitad son de ella, de la primera mujer, porque con la segunda tuvimos otros tres y es tal el mogollón que nos montamos, que no nos sentimos libres para fornicar.


Ala hora de follar pesa todo, pesan los hijos, pesan las deudas, pesan las ex mujeres, pesan los agobios, pesa la ruina que llevas encima y entonces, cuando llega el momento, aquello está blandito y rechumido o sea que está morcillona y con esa morcilla no se puede follar. Y Viagra al canto y mira como se pone, si parece un milagro y mientras alucinas..., a la tía se le quitaron las ganas y lo siento, esto nunca me pasa y perdona...y si quieres quedamos para otro día..., que hoy no estamos centrados.

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JULIO CORTÁZAR