Pues tengo que decir que son la 1 de la
tarde y tengo una otra buena noticia en el tintero, que ya tengo el
papeo resuelto y con la compra hecha y todo. Vamos que no me como
como a besos porque no llego con mis labios a mis labios, pero bueno
el sentimiento es el mismo y eso es lo que vale. Si uno es como un
niño y me puedo quedar contento hasta con un caramelo. Sí la vida
es jodida, pero tiene sus recompensas y hoy me ha tocado la lotería
del no tener quedar vueltas a lo que voy hacer de comida.
Hoy, pinchos de pollo a la andaluza y a
la plancha y santas pascuas, bueno para los niños, que ya no son tan
niños y ya tienen matas de pelos en sus huevos, también unos huevos
y patatas fritas y claro, la consabida ensalada, esa lo que nunca
puede faltar en tú mesa. Empiezo a odiar a las ensaladas y a esas
hojas de lechuga que sólo se comen los grillos y ese tomate verde y
duro, que sabe a todo lo que quieras, menos a tomate. Y el pepino,
que ya no es pepino a éstas alturas del año, ya es más calabaza
que pepino. Y ese maíz amarillo, que es muy apto para las gallinas,
pero para un hombre con pelo en pecho como yo, es como un insulto a
mi hombría.
Porque yo soy más hombre de lo que
parezco y digo. Yo me reivindico como hombre y eso no quiere decir
que reivindique la definición oficial de hombre, yo sólo reivindico
la mía. La de ser un hombre sensible y agradecido de la vida, pero a
la vez rebelde con lo impuesto y duro cuando hay que ser duro y
sincero y con la verdad por delante y soy un hombre necesitado de
cariño y de sexo voluptuoso y lo digo porque así lo siento. Si
estar salido es una enfermedad, pues yo me declaro enfermo crónico y
entonces la Seguridad Social tendría que pagar mi tratamiento.
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