UN ALMA PERDIDA

Cuando me pongo trascendente me entran ganas de llorar. Cuando atravieso la frontera de los sentimientos me entran ganas de morir. Cuando me siento sensible tengo miedo de ti. Y no sé que hacer, no sé si tengo que renegar de sentir o de pensar en ti. Porque todo duele, pero más duele lo que se clava hasta la médula y entonces ya no es sentir, es simplemente sufrir. De sentir a sufrir hay un paso, como del amor al odio y a veces lo das, porque crees que es necesario y no es verdad, no hace falta sufrir para sentir.

Aunque a veces parece ser que sí, que hace falta sufrir para sentir o también primero sentir y después sufrir. Éste último creo que fue nuestro paso, sentir primero y después sufrir. Pero supongo a éstas alturas las heridas ya habrán cicatrizado, por lo menos por mi parte y sólo me queda la marca cicatrizada. Y quedará grabada para siempre, pues siempre tendrás un hueco en mi corazón. ¡Qué pena!, siempre diré, que pena que no fue lo que pudo ser, que pena de ese momento de confusión, y que pena de esas dudas a la luz de la luna.


No sé donde estarás, pero yo sigo aquí. Tampoco quiero saberlo, sólo lo digo por decir, pero donde estés espero que la vida te brinde otra oportunidad mejor y sobre todo y por supuesto, que seas feliz. Te lo mereces por ser como eres, te lo mereces por ser la mejor. Y espero que ésta vez encuentres un alma gemela o no un alma perdida, como fui y soy yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR