MI LOCURA

Ya es hora de quitar el pie del acelerador y disminuir mi velocidad de crucero, que estoy saliendo del puerto y la velocidad máxima es de 3 nudos marineros. Mientras emito pitidos de aviso y de aviso para el resto de embarcaciones y el que no sé aparte que se atenga a las consecuencias, yo aviso, pero sino se me hace caso, yo me llevo a todo y a todos por delante. Yo digo, aquí estoy y lo anuncio a bombo y platillo y sí tíos, mirar mi cara y escuchar mis palabras, porque yo aviso una vez, pero no dos veces.

Soy como el buque insignia de la Armada, rompo las olas y trazo el rumbo. Lo que pasa es que de vez en cuando me paro y me paro para repostar y descansar un poco. Vamos que no puedo estar todo el día alucinando y es que mis neuronas chirrían de cansancio. Dicen que la locura es estar por encima de los demás, es decir que tu mundo es completamente distinto al de los demás y todo lo que ves lo haces desde el prisma de tu realidad, que es la que ves y sientes.

Yo loco loco, creo que nunca he estado, cerca sí y muchas veces. Y porque yo tengo mi alarma puesta en la hora que yo le puse previamente y cuando suena yo mismo me retiro o me autoretiro. La última vez que me pasó de verdad, estaba fuera de casa, en la Isla mayor de éste archipiélago, en Mallorca y de repente me dio por escribir más de 24 horas horas seguidas y cuando pude pararme un rato, me dí cuenta que lo escrito era una buena mierda y yo estaba convencido de lo contrario, de que era lo que mejor había escrito hasta ahora.


Y ante ese evento, me dije muchacho es mejor que vuelvas al rebaño y cogí el primer avión que salía de vuelta a casa y me pedí una cita extra con el Psiquiatra. El cual no me escuchó nada, sólo se remitió a aumentar las dosis de la medicación que ya tomaba.

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JULIO CORTÁZAR