¡Joder!, como están las moscas, hay
dos en ésta habitación y parece que hay doscientas, no paran de
tocarme las pelotas y es que en ésta época y en donde ellas saben
que les quedan dos días de existencia, se dedican con pasión a
tocar los cojones ajenos. Por eso se les llama moscas cojoneras o
moscas tocapelotas. Me recuerdan a algunos individuos que andas
sueltos por ésta sociedad de mierda, que les llaman los tocapelotas.
Individuos pesados, egocéntricos y
lastimeros, que venden su lástima al mejor postor o al más pardillo
de la tribu y a costa de algo, bueno casi siempre a cambio de un
favor. Yo te doy mis penas y tú me enchufas en esto o me prestas
dinero, ¡buen intercambio el suyo!. Pero así son estos señores que
dios nos regaló. Uno puede estar mucho más jodido que ellos, pero
como tu no sabes vender el producto, seguirás igual de jodido, pero
ellos no, ellos venden a su madre o a su padre o a sus hijos y el
caso es que no les importa hacerlo.
No, no tienen conciencia que es malo o
debería serlo, el vender tus intimidades y tus miserias familiares.
Ellos carecen de ese sentido ético y porque para salir ellos
adelante carecen de esos prejuicios. O no son prejuicios, da igual,
pero ellos carecen de esos planteamientos y mientras tú te comes el
coco, ellos ya están por encima de ti y un día te despiertas y vas
al curro y te encuentras que un elemento de esa especie, ya es tu
jefe. Y entonces ya vas de culo, porque tú no le hiciste puto caso
cuando lloraba por las esquinas y entonces, llegan tiempos de
venganza.
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