De verdad os lo digo...
Ésta especie de humanidad en la que algunos dicen que vivimos y que además, nos rodea como una telaraña pegajosa...apesta a cuerpo y mente podrida. Más de un millón de personas presentando condolencias a Maradona, aparte de todo el resto de declaraciones y manifestaciones que se dedicaron a ensalzar su figura hasta casi y sin casi, adoración. O sea que el fútbol levanta pasiones y no las levanta que haya hambre en la tierra o que la injusticia sea un hecho demasiado frecuente.
Adonde vas chico, que diría el otro. ¿Pensabas que dentro de esos millones de cuerpos humanos había más humanidad?...¿eso pensabas?. No señor, hay un balón de fútbol que ocupa el 90% de su cerebro. Y como a un ídolo de masas se le perdona todo y porque además es un dios en la tierra, pues todas sus miserias humanas (que fueron muchas) se les concede el indulto y la amnistía. Era machito hasta la médula pero jugaba al fútbol como los dioses. Era maltratador redomado pero seguía jugando al fútbol como si fuera un dios. Era cocainómano, pero en su caso no importaba (habría que ver si lo fueras tú). Era alcohólico pero como era como un dios...hasta resultaba ser gracioso.
A un dios todo se le perdona. A un ser humano normal de esos que andan todos los días por su casa, se les acribilla y se les condena al máximo ostracismo y en la cueva más alejada y olvidada. Que si drogadicto, que si mala persona, que si eres un delincuente, que sino te desintoxicas habrá que encerrarte en prisión y de por vida. Que si es un peligro público. Que si se ha colgado del alcohol y otras drogas, ha sido por puro y puto vicio y no como Maradona que estaba colgado por ser un dios humano y claro, ya se sabe que los dioses humanos tienen sus propias debilidades y que a un dios todas ellas se le perdonan.
El ejemplo de Maradona refleja una lucha dialéctica entre dos formas de pensar totalmente diferentes y contradictorias de como funciona y como debe funcionar el mundo y la humanidad. Si queremos seguir adorando a ídolos con pies de oro pero con mente del tamaño de un nuez, pues eso, eso es una alternativa. Y la otra, es la de liberarse de semejantes yugos patéticos. No es el hecho de la muerte de Maradona al que yo le quiero dar importancia (porque de por sí, cualquier muerte tiene su propia importancia) y es el hecho de que una vez más, se está adorando a un espantapájaros, que en este caso jugaba muy bien al fútbol.
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