LA MUERTE Y SU GUADAÑA

 Si lo que yo digo, ahora en pleno verano los viejos caen y se mueren como las moscas cuando les  llega el otoño y se quedan tiesas. Hoy le tocó a Lauren Bacall (siempre inolvidable) y ayer, se despidió de nosotros Robin Williams (más inolvidable), bueno éste último con solo 63 años y se despidió de éste mundo con un suicidio. Que tiene todo su derecho, total para lo que hay en el mercado, a veces es mejor coger un atajo. Después y para que digan que las imágenes no engañan, representaba a un tío lleno de vida y hasta la médula o eso transmitía y por dentro era de cristal fino y delicado.

Aunque yo no sé el porqué, pero siempre me dio la impresión que debajo de su máscara mágica, la que lucía cara al público, había una tristeza o una amargura interior que al mismo le desbordaba. Ahora es fácil decir esto, pues está claro que el tío no estaba contento con su vida. Pero a lo que voy yo, cada suicidio debía ser un asunto reflexivo y para darnos cuenta de que la vida no es un salmo a la felicidad. La vida es muy puta y a veces te deja en el atolladero del sí o del no, de si o no merece la pena el seguir viviendo.

La muerte, la muerte es una de mis obsesiones, pero no porque la desee, sino por querer sentirme preparado cuando ella llegue. Supongo que vendrá con su traje negro y su guadaña y a mi me gustaría llegar a decirle: "Muerte ya estás aquí, pues yo ya estoy listo y dispuesto para éste viaje". Yo sobre todo, quiero una muerte digna, quiero dignidad humana en ese acto, quiero ver hacia atrás y sentirme satisfecho con lo hecho, quiero sentirme orgulloso de mi vida, quiero que los que me quieran se queden contentos y tranquilos y por supuesto, que mi existencia les haya servido de algo. Y no quiero besos y lloros de despedida, quiero flores, versos y que alguien me diga... ¡te quiero!. 



 


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