Aunque yo no sé el porqué, pero siempre me dio la impresión que debajo de su máscara mágica, la que lucía cara al público, había una tristeza o una amargura interior que al mismo le desbordaba. Ahora es fácil decir esto, pues está claro que el tío no estaba contento con su vida. Pero a lo que voy yo, cada suicidio debía ser un asunto reflexivo y para darnos cuenta de que la vida no es un salmo a la felicidad. La vida es muy puta y a veces te deja en el atolladero del sí o del no, de si o no merece la pena el seguir viviendo.
La muerte, la muerte es una de mis obsesiones, pero no porque la desee, sino por querer sentirme preparado cuando ella llegue. Supongo que vendrá con su traje negro y su guadaña y a mi me gustaría llegar a decirle: "Muerte ya estás aquí, pues yo ya estoy listo y dispuesto para éste viaje". Yo sobre todo, quiero una muerte digna, quiero dignidad humana en ese acto, quiero ver hacia atrás y sentirme satisfecho con lo hecho, quiero sentirme orgulloso de mi vida, quiero que los que me quieran se queden contentos y tranquilos y por supuesto, que mi existencia les haya servido de algo. Y no quiero besos y lloros de despedida, quiero flores, versos y que alguien me diga... ¡te quiero!.
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