EL PORQUÉ

 Hoy no sabía si directamente agobiarme o esperar un rato y decidí esperar un rato y ver si así se me pasaba la tontería de una vez por todas. Y después de hacer unas cuantas cosas, la tontería se me pasó, pues tal como va pasando la vida... fue pasando la tontería. Porque es verdad que a veces te ahogas en un vaso de agua y ante un pensamiento negativo te hundes como el Titanic. Claro que hay otras veces en que las cosas te resbalan y puedes ponerte al mundo por montera y puedes decir que sí o que no a todo, pues al fin y al cabo, da igual lo que te digan y piensen de tí.

Pues hoy me dió por empezar el día ahogándome en un vaso de agua, aunque aquí en este pueblo en donde vivo, da igual que te ahogues o que te envenenes, el agua y como ya dije muchas veces, es agua de poza negra y si te la bebes te entra la Lepra o la Disentería más loca. La verdad es que me comía el coco por si me estaba pasando algo y me tuve que resetear de arriba abajo: primero, estaba entero y no me faltaba un brazo ni una pierna, la cabeza estaba en su sitio y no estaba dando vueltas a toda hostia, como le pasaba a la niña del exorcista. O sea que estaba entero físicamente, pero no anímicamente. Segundo, el ánimo lo tenía a la altura del carajo o sea bajo mínimos y lo peor era... que no sabía el porqué.

Pero a veces el porqué está a la vuelta de la esquina y entonces me crucé con él y me lo explicó todo. Resulta que a mí no me pasa nada, salvo que estoy cansado, profundamente cansado y eso altera mi ánimo. El porqué además de esto, me comentó que el punto G del asunto, estaba solamente en descansar y en salir de ésta isla (a veces, la isla agobia y porque simplemente, es isla). Salir primero y descansar, después. Y por último me dijo que el ánimo estaba en horas bajas, pero que no estaba hundido del todo y en cuanto le diera un poco de vidilla y lo dejara respirar un poco, seguro que el ánimo volvería conmigo. O sea que gracias al porqué ya se me aclaró el día.



 


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