Dame siempre placeres rutinarios.
Lo que ocurre una vez, no ocurre nunca.
La luz que ciega, la explosión de dicha,
el asalto en un recodo del camino,
ángeles, cimas, intensidad, adioses,
déjalos para otros más valientes.
Dame pobres placeres repetidos,
no un único diamante en la memoria.
Dame días iguales, no este instante sin tiempo,
terco, distante, azul, inexistente.
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