Y la película me sorprendió por el tema planteado, pues es un tema que me toca muy de cerca y eso fue lo que en realidad pasó, que me tocó la fibra sensible y me hizo entrar en otras épocas que tenía almacenadas en algún rincón de mi memoria. El caso, es que el tema va de un grupo revolucionario estudiantil, que decide pasar a la acción y pone unas cuantas bombas y atraca un banco y con la mala suerte, de que en el atraco se cargan a un pasma o un segurata. Y la película empieza a narrar la vida de los protagonistas del atraco 30 años después y como viven camuflados y sobre todo como superviven en una sociedad en la que ya no creen o mejor dicho en la que nunca creyeron, aunque lógicamente se arrepienten de haberse cargado a un tío.
Bueno y aquí entro yo, pues me hace pensar y recordar lo que siempre pensé, que una vez que has dado el salto al otro lado o sea que has visto a esta sociedad desde la trastienda, tú puedes haber cambiado y hasta ser un ciudadano ejemplar, pero ya no hay forma de que tragues el pasteleo de que estamos ante una sociedad justa, democrática y solidaria. Es decir, quedas marcado de por vida y puedes adaptarte socialmente e incluso puedes hacer lo contrario de lo que piensas, pero que en el fondo ya nunca conseguirás cambiar de idea y esta idea, es que vivimos en una sociedad injusta y clasista. Es como haber conocido un restaurante por dentro desde su misma cocina, ya puede venderte ese restaurante, los mejores platos del mundo, pero como tú ya sabes como se cocinan y se elaboran los platos, ya no cambiarás de idea hasta que te demuestren que lo elaboran de otra forma totalmente distinta. Pues esto es igual, porque en tu análisis social, confundido no lo estás mucho, otra cosa muy distinta son las diferentes alternativas que se plantean como salida a esta sociedad profundamente injusta, pero eso es harina de otro costal y de lo que ya hablaré otro día.
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