Lucía Etxebarria

 A partir de cierta edad ya no puedes decir. "nunca he sentido algo así". Cuando eres joven sí puedes decirlo, e incluso, probablemente, en muchas ocasiones, sea la verdad.

Pero ya has experimentado el deslumbramiento de la adolescencia, esa sensación de estar subida constantemente en carrusel, y en un caballito que sube y baja.

Y ya has vivido la juventud, aquellas noches inacabables en las que todo era sexo y sudor.

Y las mañanas de sábado que pasabas en la cama sin tener que preocuparte por atender a ningún niño o a ningún familiar,
La dulce indolencia autocomplaciente de vivir centrada en ti misma y en la persona que está a tu lado.
Y un poco más mayor, ya has vivido la tranquilidad doméstica, esa rutina agradecida en la que no tienes miedo de que la otra persona te deje, porque sabes que no te va a dejar, porque sabes que cada noche, cuando llegues a casa , sus zapatillas van a estar exactamente en la misma esquina.
En fin , a cierta edad ya lo has vivido todo. Y no puedes decir algo como "nunca había sentido algo así"
Porque la otra persona , a mínimo que tenga dos dedos de cabeza, va a devolverte una mueca escéptica.
Pero sí que puedes decir " hacía mucho tiempo que no sentía algo así"
O incluso puedes decir "pensaba que nunca iba a volver a sentir algo así".
Pensaba que nunca iba a volver a sentir algo así, un deslumbramiento de relámpago.
Pero sé que el relámpago se apaga en la sombra.
Luego la oscuridad, tranquila y conocida. Después del brillo de un instante, la oscura soledad donde batallo.
Pensaba que nunca iba a volver a vivir algo así.
Pensaba que ya lo había vivido todo.
Lo todo que es el colmo de la nada,
el todo que se basta.
La hoja ensimismada en el otoño.
Madura y preparada para su caída tranquila
Ya batallé en mis guerras y me lamo las heridas.
Yo recogí mi corazón perdido
Soy una desertora entre las huestes que asaltaron el sexo.
Soy una desertora del ejército de mujeres que perseguían a los hombres imposibles.
Y te vi marcharte desde la ventanilla.
Vestido de blanco inocencia.
Apenas atisbé la despedida azul de tu mirada.
Y ahora mi deseo es como un niño que no juega
Para que no se rompa su juguete.


 


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