Y es que tiene huevos la cosa y el día que tenga una pesadilla el tío se puede lanzar al vacío. Pero claro, cualquiera despierta a la ballena de sus sueños idílicos, si el tío parecía feliz y contento. La vida es más triste de lo que parece y cuando veo a un tío así, pienso en que a veces los humanos resultamos ser patéticos y ese pensamiento me abraza y ya no me suelta en todo el día. ¿Y si yo acabo como éste tío?, me pregunto siempre, y ¿si acabo así?: jubilado, gordo y grasiento, comiendo mierda plastificada y como única meta del día, dormirme en la ventana y para emitir mis ronquidos al resto del personal y para que además, ¡se jodan!..
Pues así de dura es la vida y además como él, hay miles por ahí sueltos, que no revueltos. Y yo sé, que soy el raro de la película y espero seguir siéndolo y porque sino ya sé lo que me toca, roncar en la ventana de mi casa y comerme un bocadillo de beicon, mantequilla y sebo de cerdo. Pero yo sé y además lo tengo superclaro, que antes de dormirme apoyado en la ventana, me tiro directamente por ella, eso sí, antes me como el bocadillo, pues en éste momento, tengo un hambre que no veas.

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