Creo que por lo que a veces sueño, a mí me gustaría hacer un artículo que creara un verdadero furor uterino o sea, que a mi paso las tías se lanzaran a mí sin paracaídas, pero va a ser que no y porque ya llevo tres años en el asunto y no he sentido nada de eso. Bueno y si no fuera para tanto y si sólo se quedara la cosa en un tembleque uterino, tampoco haría ascos al asunto. Uno busca la pasión desatada, la pasión ciega, el amor a lo loco, los besos cómplices de la noche, las caricias a oscuras en o fuera de la cama, el hacer el amor sobre la repisa de la ventana o sobre la mesa de la cocina o en bidé del cuarto de baño, uno busca tantas cosas y en realidad uno se encuentra con tan pocas, que a veces da ganas de cerrar el chiringuito y decir ¡hasta mañana!.
Pero yo no me rindo así como así, para rendirme yo, hace falta mucho fracaso acumulado, montañas de fracasos y además, que no las recojan los de la basura. Además, esto es una puta quimera, es como decirle al viento que me hable o a la lluvia que me moje por dentro, cosa que consigo a veces, pero sé que lo consigo porque yo quiero que así sea. O sea, da igual el viento o la lluvia o la Luna, pues en cuanto desmaterializo mi cuerpo, éste se descompone en sencillos átomos y mis átomos son capaces de formar parte del viento o de la lluvia o de la Luna o de lo que yo quiero que formen parte.
Uno nació libre para eso, para formar parte de lo que me venga en gana. Y eso de momento, no está prohibido. Y no es sólo cuestión de dejarse llevar por el viento y la lluvia, es además cuestión de formar parte de ellos, de ser partícipe, de ser un elemento más y uno de los más importantes, porque para ser un segundón yo no he nacido, o yo voy de primero y en la cabecera o sino es así, me quedo en mi casita y con mi estufa de leña, que ahora ya estamos en el Otoño y creo y estoy seguro, que es lo ideal. Llegan tiempos de recogimiento, llegan momentos de introspección y alevosía, llegan épocas de fríos húmedos y de dedicarse a recoger setas. ¡Otoño!, que ya sé que me estabas esperando, que ya sé que sin mi presencia no van a caer igual las hojas caducas, ni el musgo crecerá de esa manera, ni las setas brotarán con la misma intensidad, en fin, que uno no se considera imprescindible, pero casi.
Pero yo no me rindo así como así, para rendirme yo, hace falta mucho fracaso acumulado, montañas de fracasos y además, que no las recojan los de la basura. Además, esto es una puta quimera, es como decirle al viento que me hable o a la lluvia que me moje por dentro, cosa que consigo a veces, pero sé que lo consigo porque yo quiero que así sea. O sea, da igual el viento o la lluvia o la Luna, pues en cuanto desmaterializo mi cuerpo, éste se descompone en sencillos átomos y mis átomos son capaces de formar parte del viento o de la lluvia o de la Luna o de lo que yo quiero que formen parte.
Uno nació libre para eso, para formar parte de lo que me venga en gana. Y eso de momento, no está prohibido. Y no es sólo cuestión de dejarse llevar por el viento y la lluvia, es además cuestión de formar parte de ellos, de ser partícipe, de ser un elemento más y uno de los más importantes, porque para ser un segundón yo no he nacido, o yo voy de primero y en la cabecera o sino es así, me quedo en mi casita y con mi estufa de leña, que ahora ya estamos en el Otoño y creo y estoy seguro, que es lo ideal. Llegan tiempos de recogimiento, llegan momentos de introspección y alevosía, llegan épocas de fríos húmedos y de dedicarse a recoger setas. ¡Otoño!, que ya sé que me estabas esperando, que ya sé que sin mi presencia no van a caer igual las hojas caducas, ni el musgo crecerá de esa manera, ni las setas brotarán con la misma intensidad, en fin, que uno no se considera imprescindible, pero casi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario