Al final y tarde o temprano,
siempre volvemos a nuestro lugar de origen,
y yo me veo haciéndome un hueco
en aquella playa en la que un día cogí tu mano,
tengo vistas a mi querida ría de Vigo,
a mi espalda queda
una pequeña familia de plantas de estramonio
y sobre la loma de una duna
y hay momentos en que me siento bajo el cobijo de un hermoso pino
y es que al final,
somos el recuerdo de lo que un día fuímos.
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