ÉL Y ELLA (Poema)

Ella, con ojos de perdida,
Él, mirándola fijamente,
los dos, en el silencio más absoluto,
y sobre la mesa, un cenicero y dos tazas,
él fumando un cigarrillo compulsivo,
y ella loca por fumarlo,
la mano de él se había apartado de la de ella,
y ahora tocaba el tambor con dos palillos,
y al ritmo que marcaban sus nervios,
ella mientras tanto, se alisaba el pelo,
y un silencio, un tenso y largo silencio,
se creó entre ellos,
y al fondo gritos de niños,
y en la plaza pasos sin rostro,
y voces y susurros,
y el silencio insistiendo,
y los dos se cruzan la mirada,
y ni un esbozo de sonrisa,
ni nada que indique una tregua,
ella carraspea de forma tensa,
él se revuelve en la silla,
los dos se encuentran,
y los dos mantienen su mirada,
un desafío, un reto de altivas espadas,
ninguno de los dos pestañea,
sus ojos se clavan en los del otro,
y buscan un punto débil,
o algo que indique una duda,
y así pasan los minutos,
o quizá sean horas,
pues el tiempo ahí no se mide,
y  los dos van acercando sus manos,
y poco a poco se tocan los dedos,
y cuando el silencio se rompe al paso de un coche,
él pone su mano sobre la de ella,
y por fin, en el rigor mortis de sus ojos,
se percibe un atisbo de cariño,
una pequeña luz que crece,
y que les inunda su humor acuoso,
y sus ojos se tiñen de lágrimas,
y con un beso tierno,
sellan su paz, en silencio.
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JULIO CORTÁZAR