Graciela Perosio

 

 Con los años, advierto que la emoción

no es más un cuarto o un cerco,

sino un leve telón, un perfume

—apenas una sábana de tul—

que en un momento punzante me traspasa

y se desvanece luego, hasta alejarse.

La veo tendida allí, casi una nube de luz

chisporroteante,

desde esta inalterable serenidad

donde germinan los hondos sentimientos.

Aquellos pocos que no

van a morir.


















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JULIO CORTÁZAR