Tú,
no me entiendes,
yo soy de piedra
y llevo siglos mirando tu rostro de piedra caliza.
Nunca has respondido a mi mirada,
has permanecido impasible, frío y pétreo
siempre mirando el suelo
y recelando de la dulzura de mi mirada.
Yo te digo
que si rascas dos piedras y una contra la otra,
pueden salir chispas
que quizá, pueden iluminarnos
o darnos calor de fuego amigo.
Y eso es lo que debimos hacer:
prendernos chispas,
encender nuestra hoguera,
iluminarnos como dos faros
y al mismo tiempo
bailar desnudos con nuestros cuerpos de piedra.

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