DE OTRO DÍA ME DESPIDO

 De otro día
me puedo y me debo ir despidiendo.
El sol se esconde tras el cristal de la ventana.
La calle, mi calle...
entra en modo silencio,
mejor dicho,
en más modo silencio del que me tiene acostumbrado.
El viento se va suavizando
no le debe de apetecer alterarse.
La temperatura sigue siendo de verano
y todo invita
a sentarse en una terraza
o dar un paseo por el puerto.
Los pájaros
ahora se mueven nerviosos e inquietos,
buscan cobijo para pasar la noche
en cualquier árbol de la calle.
La bocina de un barco
suena como un eco lejano
y con su voz grave y portentosa
avisa de su despedida o de su llegada.
Verano...
y a pesar de que no me guste
reconozco que a veces
tiene unos puntos preciosos
y es que el anochecer de algunos días del verano
me tiene enamorado.




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