ME LLAMO, BRUNO

 

No se puede vivir en el exilio sideral

lejos de todo nuestro conocimiento

sin vínculos que te aten a tus historias

sin personas queridas que dejaron de serlo,

pero que sabes, que ahí están.

Uno no se debe condenar al ostracismo más absoluto,

debe relacionarse un poco con los demás

ser persona antes que animal

hablar cuando uno piensa que tiene que hablar

sin pedir permiso a nadie

gritar cuando te lo pida el cuerpo,

romper normas y leyes si ellas van en tu contra,

nunca ser profeta en tu tierra

pasar de los imbéciles que te rodean

y hacer piña con los que luchan como tú.

Yo sé que moriré con las botas puestas

y no espero un homenaje de nadie

ni que levanten una estatua mía en la plaza del pueblo

me considero un valiente que lucha en la clandestinidad,

me llaman, Bruno

pero podrían llamarme Pepe o José.

















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