Cada uno tiene sus obsesiones y yo por supuesto tengo las mías. Me obsesiona la idea de la muerte y no por tenerle miedo, sino que lo me obsesiona es si yo daré la talla cuando ella entre por mi puerta. Me obsesionan los sentimientos, los sentimientos sinceros, tiernos y humanos, los sentimientos que flotan alrededor de las personas y el porqué algunos son capaces de interpretar su partitura y el porqué otros son ciegos e insensibles a ellos. Y esto no viene en ningún manual de conducta, esto al parecer viene en el alma de cada uno y no se aprende, sólo se siente.Y éste si que es un punto fuerte o dicho de otro modo, que siento intensamente, pues por mucho que diga y le de más vueltas, sigo sin entender los mecanismos de su funcionamiento. ¿Porqué hay personas que hasta sienten en exceso y otras no sienten nada?. Yo por mi parte no sé siento mucho o poco, pero eso sí, sé que siento y bajo mis prisma subjetivo, yo siento más que mucho, siento muchísimo. Pero también tengo que reconocer que durante largos períodos de mi vida he sido un corcho, un corcho que flotó por la vida, inerte, insensible y muerto.
La pregunta ahora sería y ¿porqué hubo ese cambio?. Pues en realidad no lo sé, pero intuyo que fue porque me logré sacudir el miedo de mi cuerpo y de mi alma. O sea que sentía igual antes y ahora, sólo que en mi etapa negra los sentimientos los tenía bajo una losa, una losa que se llama miedo. El miedo hace temblar, pero sobre todo paraliza las neuronas, los músculos y los sentimientos, el miedo es una mordaza ideológica y física.
Y supongo que en esa liberación de mi mente entran diversos mecanismos. El primero es quererte a ti mismo, reconocerte y quererte y por tanto aceptarte con tus taras o defectos y con tus aciertos o virtudes. La balanza entre lo bueno y lo malo, la balanza que a veces se inclina demasiado y esa es otra de mis obsesiones, el conseguir el equilibrio imperfecto. Y digo imperfecto, pues parto que el perfecto no existe o sólo existe en instantes fulgurantes. Bueno a lo que iba antes, y era que hay que aumentar la autoestima y echarle cara al asunto, es decir que al mismo tiempo te importe menos lo que los demás piensen. No digo nada, digo menos.
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