LOS VIEJOS PELLEJOS

Pues ahí va otra mañana de curre a destajo y haciendo labores no propias para un señor, como soy yo. Yo me acuerdo que cuando era joven y veía a un tío de mi edad y pensaba éste tío ya es un señor mayor, por no decir que ya era un viejo pellejo. Y todo es cuestión de eso, de asumir la edad que uno tiene y si mi rostro está arañado por surcos viejos y profundos, es cuestión de reconocer el mapamundi que uno refleja en su cara, además de que las articulaciones ya chirrían un poco más de lo debido.

Hay que reconocerse cada uno con su propia edad y no valen falsos consuelos, que si aparento ser más joven, si los de mi edad ya parecen abuelos, si aún practico deporte y no me muero, si a todo eso, pero lo objetivo y lo que vale, es que ya soy un viejo pellejo y no me deprimo por ello, es más lo reivindico como una de las mejores etapas de mi puñetera vida. Quizá es la experiencia, que dicen que es la madre de la ciencia, la que me ha concedido un reposo y dentro de una estabilidad.

Porque yo no quiero reposos de bobo, vamos de esos reposos del que uno no se entera de nada, yo quiero enterarme de todo y pelearme con lo que nunca me he peleado. Porque ahora me siento viejo, pero no viejo oxidado y me siento viejo agigantado y soy tan grande de ideas y de pensamientos, que mi viejo cuerpo me queda pequeño. Si soy viejo pellejo, pero soy un digno guerrero y seguiré luchando hasta el último respiro que me quede. Y además que ¡Vivan los viejos pellejos!.

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JULIO CORTÁZAR