
Yo te debo lunes,
pero también te debo martes y miércoles
y viernes y domingos,
te debo días sin límite y sin freno,
días en el que todo fue... la tarde,
días largos e intensos,
casi espasmódicos,
casi tetánicos,
días de azul y de gris lluvia,
de sol adormecido
y mecido entre nubes de algodón,
días de negros nubarrones
mezclados con destellos claroscuros,
como tú y yo,
yo era el negro nubarrón
y tú en cambio ibas vestida de blanco
y así fue hasta que vino una galerna de aire y fuego,
que arrasó todo lo construido con nuestras manos y dedos,
y ahora, solo queda su esqueleto de huesos
y como un monumento a lo que pudo ser y no fue.
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