A veces me duele el alma
por tanto decirte...¡te quiero!.
Aunque hubiera preferido
decir menos
y haberme quedado en silencio.
Pero me pueden más las ganas
y el ansia de quererte
y al final
he preferido vestirme de ansia
y demostrar que soy un caballo desbocado.
Prefiero la ansiedad de la utopía
que el conformismo
en la quietud de una noche sin luna.
Vosotros conocéis el poder que tienen la noches
y yo conozco el poder que tiene la luna.

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