UN DÍA TE QUISE SIEMPRE



Yo, que un día te quise siempre,
me encontré de repente,
que te quise sólo un día,
pero ese día, te quise tanto,
que mi mandíbula sigue cerrada a cal y canto.

Aún tengo el sello de tus dientes
en mis labios ardientes,
 lo llevo como una marca y enseña maldita,
y para que ese día nunca, nunca,
nunca más, lo olvide.

Te quise tanto,
que me caí de bruces al suelo,
y de rodillas caminé extenuado,
y caminé tanto y tanto,
que hasta me olvidé lo que estaba buscando.

Te quise con tanta pasión y entrega,
que me vacié entero,
y allí, en aquel cuarto,
es donde se quedó mi alma atrapada.

Ahora,
arrastro mi cuerpo por las esquinas,
y busco un lugar limpio y seguro,
para así curar las heridas con mi saliva.

Ahora,
intento vaciarme de sentimientos y recuerdos,
y  liberarme de las ataduras de tus caricias,
y de romper las cadenas que nos oprimían.

Por dentro, me duele el alma,
noto como se descose,
y oigo sus gritos de auxilio.

Me duele el alma, es verdad,
pero me duele tanto,
que ahora ya no siento nada,
sólo tengo la mano del vacío encima de la mía,
pero me queda el consuelo de pensar,
que yo un día te quise siempre...

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JULIO CORTÁZAR