NO ES UTOPÍA BARATA

A veces pienso que no hay como un buen jarro de agua fría, para quitar toda la tontería. Lo digo porque ayer estaba muy tontito y un poco digamos, que ñoño y hoy con los marrones que me comí en el curro, volví a tocar suelo. Me gusta y tengo admiración por éste tipo de terapia y que se basa en la filosofía, de darte una buena hostia y al carajo las tonterías. Le llaman, hostia terapéutica o la terapia del jarro de agua fría. Yo soy de lo que opinan que currar es necesario y no solo por asuntos de pasta gansa, sino y también, porque currar te ayuda a no anquilosarte mentalmente.

Yo estoy en edad crítica, digamos que estoy en los tiempos de la prejubilación y entonces de vez en cuando te lo planteas, pero que te lo planteas igual que si un día te va a tocar la lotería o sea sabes que nunca te va a tocar. Aparte de que no puedo jubilarme y por asuntos financieros evidentes, tampoco quiero hacerlo y por lo dicho anteriormente. Me acuerdo mucho de mi padre y de cuando se jubiló, pues mi padre era una persona más o menos activa y cuando se jubiló se hundió como el Titanic.

 Hay un pensamiento muy traidor en eso de la jubilación, pues hay personas que se conforman con un solo pensamiento, ¡es que me merezco éste descanso y después de currar toda una vida!. Pero ese pensamiento te envuelve y al final te arrastra y entonces ya no haces ni el huevo y solo te dejas llevar por la corriente. Y esto no solo le pasó a mi padre, he visto a mucha gente que le pasó lo mismo.

Claro que esto no le pasa a todos y hay personas que cuando se jubilan se rejuvenecen y yo espero pertenecer a éstos último y que rejuvenecen porque están llenos de estímulos vitales. Si uno tiene proyectos por hacer, o ilusiones diversas o le gustan cuatro cosas, eso ya vale como estímulo vital y esas personas se sienten activas, dinámicas y creativas. Por tanto todo depende de los estímulos que tú tengas.

Y supongo que si me gusta currar, es que hay otros factores que también pesan. Y entre ellos destaca el que me guste mi curre. Me gusta la Medicina Intensiva y su suelta de adrenalina. Me gusta jugar en el borde de la vida y la muerte y si puedo, poner la balanza del lado vital. Me gusta la vida y que los demás también vivan y si tengo la oportunidad de dar un granito de arena para inclinar la balanza, lo haré y lo haré con todas mis fuerzas.  Y no es utopía barata, es una realidad palpable.

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JULIO CORTÁZAR