Armadura de mármol y piedra pómez.
Botas de cuero envejecidas en barrica de roble viejo.
Pensamientos suspendidos
y colgados del hilo de una araña monstruosa
que se balancea en silencio de lado a lado del oscuro hueco.
Demonios de sol y cuernos,
siempre encendidos por una llama eterna
disponible en cualquier momento
a lanzar llamaradas a larga distancia,
como si fueran dragones con cuerpo humano,
que abren su boca y les rebosa lava resplandeciente,
que escupen al aire
y calientan el cielo como si fuera un hierro candente.

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