DUDÉ UN DÍA


Un día dudé y miré a los ojos de mis compañeros. Ellos me dijeron que adelante, que todo duele, pero que el fin merecía la pena. Más adelante, en un día gris otoñal, volví a dudar y ésta vez lo hice con más fuerza y más intensidad y de nuevo busqué los ojos amigos, los ojos que me dieran una respuesta, y los miré y esos ojos estaban vencidos y muertos y todos me decían la unísono ¡búscate la vida! y entonces ya no tuve que preguntar nada más. Desde ese día guardé mi ideario revolucionario en un rincón de mi ático.
Pasaron los años y de vez en cuando me asaltaba la duda y se me revolvían las tripas, pero me faltaba el valor y los ojos amigos de aquellos tiempos. Así pasaron los meses y los años, hasta que un día de primavera, noté que la duda me atravesó como un rayo y tuve que desempolvar mi viejo ideario, aún no sé el porqué, ni el como y creo que no lo sabré nunca. El ideario estaba igual que como lo había dejado, con muchas ideas pero en un orden caótico. Entonces me puse a leerlo y la duda me volvió de nuevo, la duda siempre pendiente. Al final de darle lectura, lo primero que hice fue buscar los ojos de mis compañeros y de nuevo no estaban, pero sí que estaban los míos delante del espejo.
Así que por fin entendí el mensaje: no tenía que esperar los ojos de nadie, sólo tenía que mirarme en el espejo y ver mis ojos claros. Y así es como empecé de nuevo mi tarea pendiente. Yo era el que tenía que darme la vuelta y revolucionarme por dentro y eso hago en cada instante de mi vida. La otra, la revolución social aún está ahí, delante de mí, y no creo que yo la viva y porque estamos pasando épocas muy duras en este aspecto. De todas formas sigo buscando otros ojos iluminados, pero ello ya no me obsesiona ni me quita el sueño, pues sé que algún día los encontraré y entonces ese día empezaremos de nuevo el camino hacia esa revolución siempre pendiente y no me pidáis que os la defina y concrete en algo, pues eso rompería su encanto. Un sueño es un sueño y por tanto es sólo un deseo con forma de sueño. Aunque a éstas alturas, donde los años pasan más rápidos que los días, nuestra revolución pendiente va a ser dentro del Geriátrico.
Desde ese día en que me di cuenta de todo esto, que no fue hace mucho, apenas hace un año, yo ya soy otro y puedo verme todos los días en el espejo y disfruto con mi nueva compañera de viaje, la vida. Ahora la vida me está enseñando a sentir a cada instante, a acariciar y ser acariciado, a dar un beso y recibir muchos, a ser sincero y que los demás me entiendan y sobre todo me ha enseñado a participar con ella, para compartir, para amar, y para ser partícipe activo, que no pasivo. Por eso mi mensaje, ahora es abierto y sincero, y por eso os tengo algo que decir: la vida la coges o la dejas, pero si la coges, aunque ya te parezca demasiado tarde para empezar de nuevo, cógela hasta exprimirla la última gota de su savia. De verdad que merece la pena.























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