El roce no hace al silencio.
El silencio se hace
de muchas horas largas,
del día a día,
de esa paciencia infinita que se debe tener,
de ese instante en que se apaga una vela,
de ese movimiento que flota en el aire,
de ese enmudecer dentro de una caja negra,
de ese soñar que nacimos sin lengua
e inmóviles como estatuas de sal.
Nacimos vivos
pero moriremos muertos
y mientras y por el medio,
la vida creó el silencio
y por eso,
el silencio no es una alternativa
y no un puto deber.

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