EL VIEJO QUE VIVE DETRÁS DE MI ESPEJO

 


Claro que...

claro que cuando me miro en el espejo,



me siento como un ser extraño,

y tengo que comprobarme de cuerpo entero,

que si... que soy yo el que me estoy mirando,

que si...que soy yo y no soy el otro, 

que sí... que soy yo dentro de mi propio cuerpo, 

sólo que soy yo pero un poco más viejo.


 Que soy el yo auténtico, 

el genuino,

el pensador de ideas vanas,

el escritor que no dice apenas nada... 

ese soy yo,

 además de eso... soy:

el viejo lobo solitario, 

el legendario cid campeador, 

el beduino siempre perdido,

el alquimista y altruista, 

y ese yo que yo describo con tanta franqueza... 

ese soy yo,

sólo que soy yo pero un poco más viejo.


   No me sienta mal del todo

ese look de vaquero fumador de malboro,

ese cigarro medio encendido entre mis labios,

 esa boca llena de humo y esa sonrisa de picarona 

y tal y como si nunca hubiera roto un plato en mi vida.


  No me sienta nada mal esa piel arrugada y agrietada,

al revés,

parecen surcos de arados en un campo de trigo,

eso le da caché y ternura a mi cara

le da un aire a venerable sapiencia de roble noble y viejo.


Me conozco y hasta me reconozco,

y por fin y con una sonrisa socarrona

me despido de ese viejo,

de ese viejo que vive...

que vive detrás de mi espejo.

  

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JULIO CORTÁZAR