Un Domingo más en nuestra existencia, para algunos penosa existencia y para otros, maravillosa existencia y para algunos ni fu ni fa, les da igual que llueva o que haga sol, les da igual una fiesta o un funeral y ¿porqué?. Pues porque primero, les da igual todo. Porque segundo, están hechos de materia amorfa, son como de plástico refinado. Porque tercero, su cerebro no está hecho para pensar, ni para dilucidar...simplemente pasa que las ideas entran y salen sin dejar sustancia ni poso. Y suele ocurrir que estos especímenes presentan una sonrisa bobalicona y presidida por la bondad y digas lo que le digas, van a seguir sonriendo, da igual que le llames hijo de puta o que le digas que le quieres y porque acompañarán su sonrisa con una bajada de párpados que indica que hagas lo que hagas estarás perdonado.
Como si fueran Santos santificados y porque piensan que son inmunes al mal. Y su maldad está en su puta bondad, en su exceso de bondad, en su mal interpretada bondad. No saben decir no, pero tampoco saben decir sí, porque ellos no contestan y solo sonríen. ¡Cabrón!...le espetas a la cara y te contesta con una sonrisa bobalicona llena de bondad y con ese aire de perdona vidas y con esa caída de pestañas que indica que por dentro se están diciendo: ¡pobrecito!. Claro que el día en que estallen, arderá Roma y Constantinopla, temblarán la Tierra y los Cielos y las mares serán tsunamis.
Por eso a veces hacen advertencias: "tú me ves así, pero si exploto seré otro u otra". Veis, tanta sonrisa bobalicona, tanto pestañeo imbécil, tanto pasar la mano por el hombro ajeno y tantos y tantos besos de plástico, tienen sus consecuencias. Yo de los demasiado buenos me fío muy poco, pero de los que rezuman bondad no me fío nada de nada y ¿será por alguna vez en mi vida fui como ellos?, ¡un vendedor de la bondad!. Pero, creo que no.
Como si fueran Santos santificados y porque piensan que son inmunes al mal. Y su maldad está en su puta bondad, en su exceso de bondad, en su mal interpretada bondad. No saben decir no, pero tampoco saben decir sí, porque ellos no contestan y solo sonríen. ¡Cabrón!...le espetas a la cara y te contesta con una sonrisa bobalicona llena de bondad y con ese aire de perdona vidas y con esa caída de pestañas que indica que por dentro se están diciendo: ¡pobrecito!. Claro que el día en que estallen, arderá Roma y Constantinopla, temblarán la Tierra y los Cielos y las mares serán tsunamis.
Por eso a veces hacen advertencias: "tú me ves así, pero si exploto seré otro u otra". Veis, tanta sonrisa bobalicona, tanto pestañeo imbécil, tanto pasar la mano por el hombro ajeno y tantos y tantos besos de plástico, tienen sus consecuencias. Yo de los demasiado buenos me fío muy poco, pero de los que rezuman bondad no me fío nada de nada y ¿será por alguna vez en mi vida fui como ellos?, ¡un vendedor de la bondad!. Pero, creo que no.

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