LA CUARTA DIMENSIÓN

 Las cosas las tenemos delante y dicen que solo las vemos en dos dimensiones y yo me pregunto si es cierto eso que dicen. Está claro que si yo me veo en el espejo me veo en dos dimensiones: en altura y anchura. La primera, la de la altura, ya no hay quien la remedie, nací bajo y achatado y seguiré siéndolo, es más, con los años me iré encogiendo como una pasa seca y arrugada. Y la anchura, va al revés que la altura o sea con los años va en aumento y en eso el espejo no engaña, el mínimo descuido culinario me pasa factura con todas sus ganas. Por eso he decidido ponerme de nuevo a terapia intensiva, a dieta a lo bestia. La dieta a lo bestia la complemento con ejercicio físico intenso. Todo es intenso... la dieta, el padel, la gimnasia, la escritura y no podía ser de otra manera en mí. Bueno a lo que iba, que me pierdo. La tercera dimensión, sería la profundidad de las cosas. Las cosas las vemos en tres dimensiones físicas, pero se olvidan que tenemos otra dimensión distinta, diferente, otra forma de ver las cosas. Y esa dimensión no reconocida por la ciencia, es la visión del alma, una visión subjetiva, pero no por ello menos importante. Le podemos llamar alma, duende, corazón, karma y lo que se quiera, pero el fondo es el mismo para todos.

Es impresionante la importancia que tiene el alma de una persona y aclaro, no entro en el alma religioso, no tiene nada que ver, yo hablo de otro tipo de alma y que es tan importante, que es la que nos determina que nos caiga bien o mal una persona o que nos atraiga o no o que nos guste como es o lo que dice o mejor dicho, el como lo dice y el como lo narra. Hay personas que pueden decir cosas interesantísimas, pero si tú no tienes filing con esa persona, o lo que es lo mismo, no te atrae su alma o karma, no te va a gustar lo que dice o vas a pasar de lo que dice o simplemente vas a coger apuntes y com el que no quiere la cosa. En cambio hay otras personas, que en principio su exposición es más patosa, por así decirlo, y resulta que tú te quedas prendado de su discurso. Aquí entra el como lo dice, pues lo que dice no es tan interesante, en cambio el como lo dice, resulta ser totalmente lo contrario. Está claro, que entran otras variantes diferentes y que no son medibles por nuestros conocimientos, si no que es nuestra subjetividad la que juega un papel imprescindible. Y en esa subjetividad, entran valores adquiridos, que se van aprendiendo y por tanto se van modificando y también valores intrínsecos, valores que viene predeterminados en nuestra carcasa o en nuestra alma más primaria. Estos son valores que nos llegan transmitidos desde generaciones y generaciones o sea desde nuestros ancestros y es la marca con la que naces, será tu verdadera enseña y tu bandera. Mejor dicho, la bandera que llevas dentro.

No es fácil de explicar esto que digo, no es fácil, que va. Iré poniendo algún ejemplo práctico y a ver si consigo que me se entienda mejor. Una persona puede tener todos los atributos que se pueden sopesar o sea, puede ser lista, inteligente, rápida y además guapa, vale y resulta que tú te quedas con una persona que es gorda, más lenta y menos lista, entonces que es lo que pasa ahí, que es lo que determina que a tí te guste o te atraiga o simplemente que te interese como persona. Hay algo en todo esto que no sabemos expresar con palabras y yo a ese algo le llamo alma o karma o como carallo se llame. Y ya sé que es abstrato el concepto del alma o sea que el alma es un conjunto de valores y muchos de ellos imposibles de cuantificar, pero esto es lo que hay, yo sólo intento exponer lo que hay y no pretendo descifrar el misterio de la creación. Esa parte se la dejo a dios y yo a seguir con lo mío. Bueno aquí cabrían millares de ejemplos concretos, pero generalizando un poco, todos los criterios con valor subjetivo tienen su peso en oro y son los que nos van a determinar el porqué se quiere a una persona y no a otra o el que te guste o el que te caiga bien o mal. La frase: " el amor es ciego", ya lo dice todo y sintetiza perfectamente todo el rollo que estoy soltando.

Claro que esa lucecita que a veces se enciende y que nos dice que quieres o amas o te gusta tal persona, pues es verdad que es ciega totalmente, pues a veces se enciende sólo porque tu estás predispuesto a ello. Si uno repasa su vida, se dará cuenta que tuvo mil oportunidades de amar a otras personas, pero por tus propias circunstancias, dejaste pasar muchas de esas oportunidades. Y es más, suele coincidir que cuando estás enamorado y por tu lado pasan otras personas, que en otras circunstancias seguramente te hubieras enamorado de ellas o ellas de tí, ¿quien sabe?, y esas personas se dan cuenta perfectamente que tu estás enamorado, pues al estarlo transmites con más facilidad o sea vas soltando tus atractivos, tus risas, tus encantos y aún encima, lo haces como si estuvieras flotando. Transmites lo que transmites, transmites poderío, alegría, risa fresca, atracción, feromonas, eres un ser liviano y sin cargas, eres espontáneo, feliz, risueño y eso las personas de tu alrededor lo notan y lo perciben. Y aquí eres tú el que no estás para muchas más fiestas que la que tienes delante, te llega y te sobra con la persona de la que te enamoraste. Lo cual no quiere decir para nada, que no te hagas amigo de esas personas, pero sabéis lo que os quiero decir, no?.

Después, más tarde y con el debido paso del tiempo, resulta y como es lógico, te cambian las tornas y dejas de estar enamorado y a lo mejor te gustaría estarlo de nuevo. Pero si no te apetece, tampoco pasa nada, ya vendrán tiempos mejores, pero si te apetece y tienes muchas ganas de caer en la misma trampa, cuidado porque se nota un huevo. Hay como una especie de olfato que detecta esa necesidad o sea que las personas huelen que estás necesitado de cariño y eso, en principio repele. Aunque claro, puedes dar con otra persona que esté como tú, necesitada de cariño y amor y demás gaitas, y cuidado con esas experiencias de necesidades tan precarias y me refiero que muchas veces, entre éstas dos personas necesitadas, se crean vinculos de pareja, pero por apoyo mutuo, por consuelo del uno en el otro, porque no queda otra, pero todo por sentirse querido de alguna manera o por tener un polvo un poco asegurado y no por estar enamorados. Te creas una relación de conveniencia, sin hacer un pacto previo, pero el pacto está ahí y está en la letra pequeña, en la parte que nunca se lee. Las personas a través de nuestra cuarta dimensión detectamos u olemos a los necesitados de cariño y eso, si no estás por la misma labor, te crea repulsión y rechazo. Es curioso éste tema, es curioso la forma de actuar del ser humano, si el otro está más débil y más necesitado, aún vale, pues hay mil maneras de poder apoyarle sin enrollarte con esa persona o de hacer pareja con ella. Pero si el otro está más débil y te pide de alguna manera que te involucres, pues todo va a consistir del grado de implicación que te está pidiendo y podrás echarle una mano o no. Si te pide amor, como tú no tengas la chispa encendida, es imposible dárselo. Si te pide menos que amor, o sea apoyo, cariño o simplemente compañía, esto si que puedes darlo y todo depende de las ganas que tengas en ese momento de implicarte con alguien.

La cuarta dimensión es la que llevamos todos dentro y es lo que en el fondo nos define como persona: Se puede ser más alto, más inteligente, más enrollado, más simpático, pero como te falle el karma o alma, como ésta no sea entrañable, sentida, sincera y tierna, el valor como persona es cero patatero. Y si no que se lo pregunten al Antonio Banderas, que de carcasa no está tan mal o eso dicen, pero el alma aún no se la ha encontrado y la está buscando en las procesiones de semana santa de su Málaga natal, ejerciendo, como un imbécil, de legionario de honor de cristo rey. De todas formas como el Banderas hay millones de ejemplos, hay politicos, hay banqueros, y hay otros guaperas giliputenses, pero esto dará para escribir otro día, que despùés se me quejan de que alargo demasiado mis relatos. Ah!! y gracias por escucharme. Tened paciencia conmigo, pues las pastillas acabarán haciendo su efecto, seguro. O  eso, creo.


 




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