Me dejé llevar,me dejé llevar por el instinto,
y por el dulce olor de la sangre,
me dejé llevar,
por esa reacción primaria,
y por esa sin razón que el cuerpo reclama,
y donde las articulaciones se convierten en resortes,
y los músculos se trasforman en tendones,
y salté, salté, y salté sobre mi pieza,
sangre, sudor y lágrimas,
saliva y trozos de carne,
brillos y luces en mis pupilas,
y sombras en las suyas,
y es que me dejé llevar,
y eso que yo no quería,
quería ser templado y sosegado,
y tranquilo y paciente como nadie,
y es que no pude,
no pude aguantar el torrente,
o el caudal que lleva la rabia,
y cuando me di cuenta,
ya mordía el cuello del enemigo,
después...,
después ya todo se tiñó de rojo...,
del rojo que da y quita la vida.
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