Ya son las 6 de la tarde y ya petan todas mis alarmas, lo siento pero tengo que dejaros, me llama la Patria a filas. Tengo que reparar las trincheras y arreglar los enchufes que tengo pendientes. Me cuesta, pero es mi deber patrio y ya sabéis y sino no lo sabéis yo os lo digo, que a patriota nadie me gana. Yo amo las patrias, las banderas, las fronteras y los himnos patrios y soy de los que pongo una mano en el corazón cuando suena mi himno o sea el de España, pero podía decir que haría lo mismo, con cualquier himno de cualquier país del mundo y al que yo, supuestamente perteneciera.
Me encanta ese arraigo al terruño, ese olor a tierra tan tuya, y que ya fue sembrada por tus antepasados. Y cuando pienso en eso, los ojos se me empañan, pues pienso en mi tataratatarabuelo trabajando y arando esa misma tierra y de sol a sol y ese pensamiento me enternece y me hace ser más grande y porque por dentro, me hierve la sangre. Me entusiasman las banderas y el besarlas y acariciarlas y llevármelas a la cama y al día siguiente decirle suavemente y como el que no quiere la cosa...“tía, me ha encantado pasar la noche contigo, a ver si quedamos para otro día”. No sé, es un trozo de tela pintada, pero para mi significa mucho, pues es un trapo de colores que representa a mi patria condensada.
¿Y las fronteras?, bueno las fronteras ya me vuelven loco. Me encanta estar delimitado por muros, murallas, vallas y alambradas, me gusta esa sensación que producen, no sé, como de tanta libertad. Y después te viene un pasma todo uniformado y va y te pide o te exige el pasaporte y de paso, te revisa el coche y si hace te cambia las bujías, además te cachea de cuerpo entero y como si fueras un puto delincuente o un asesino a sueldo. Bueno, bueno y bueno, pues todo eso, me empalma y ahí si que no me aguanto más y ya me tengo que correr con grito de placer incluído. Como me ponen a mi las fronteras. En resumidas cuentas ya veis lo patriota que soy, soy de los pocos patriotas que quedan en éste mundo tan divino.

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