Si me dieran a elegir un superpoder, pediría tener la capacidad de rebobinar y al mismo tiempo, de avanzar en mi vida y como si el todo fuera una película sin fin. Que pasen en dos minutos, todas las diapositivas que necesite para llegar al destino que sea. No tener que sufrir el esfuerzo diario de revivir todos los recuerdos y que me quede estancado en alguno de ellos y por la razón que sea. Yo querría volver atrás y seguir aprendiendo sin más. Avanzar y ver los créditos que conseguirás al final, y ver quiénes son los nombres de los protagonistas que te rodearán antes de abrir la puerta del más allá. Pararme un segundo, a escuchar una banda sonora, a ver si hace juego con las cortinas del salón de casa y a ver si el tono es el correcto o no lo es y porque no todo tiene que cuadrar. Y si todo tuviera que cuadrar, entonces se acabaría perdiendo la chispa que nos estimula. La vida pasada es bonita, porque lo fue y además, porque no va a volver. La vida futura es bonita porque no sabes cómo va a ser. La vida presente, es bonita y porque cada segundo de vida que pase es estar más cerca del objetivo final, la cima la tendremos cada vez más cerca y desde allí tendremos las mejores vistas que podamos imaginar.

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