O sea...que la vida tras esa frontera que delimita la gran Europa del pobre África y de ahí para abajo...no vale nada.
Un africano vale menos que un caramelo para tu chaval que se hartó de comer caramelos.
Pero eso no importa tanto para esos cuantos que valoran distinto una vida más que la otra.
Y la suya (la de los africanos y demás) vale para limpiarnos los pies o el culo y al mismo tiempo decirles:
¡que tampoco lo hacen tan bien!.
En el fondo y en la superficie, estamos por encima del otro o de los otros o de los que están al otro lado del charco o al otro lado del Estrecho o al otro lado del mundo.
Al final, se nos ven las costuras que delatan nuestra mediocridad.
Y claro y mientras...
surgen los chistes fáciles y graciosillos
que denotan su fondo a peste rancia, oxidada y llena de rabia
y siempre bien rebosante de odio racial...
Al final...el moro o el sudaca son una mierda y lo que realmente importa es mirar y siempre, a nuestros ombligos europeos.
Y en fin, no sé como explicaros...que todos, absolutamente todos moriremos y si es así ¿porque mientras vivimos no nos comportamos con ellos de igual a igual?.

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