Camino como pisando huevos recién paridos
de puntillas y en modo silencio,
despierto pero entre los laureles del pasado,
cuando me creía alguien
pero en realidad, era lo que soy ahora,
un pobre paria en busca de su zanahoria o quimera.
De los laureles he pasado al picor que tengo por dentro,
me escuece la vida y me arde y me quema,
yo pido intensidad y profundidad
y me dan las sobras de su comida,
yo pido paz y me traen guerra,
yo pido amor y me rompen en dos pedazos
y me parten justo por el espinazo
y entonces me veo en el espejo
y compruebo que no hay amor sin dolor.

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