HUBO UN TIEMPO...

 

Y aquí estoy yo,

un hombre desarreglado

con ese toque entre medio dejado y entre medio 
perdido,

que no perdido del todo

y sin caer en la lánguida bohemia 

de un hombre triste y ahogado en el mar de sus penas.

Porque no me gusta arrastrarme por fango de mierda,

ni dar pena a nadie,

ni rogar que alguien me preste su hombro para llorar desconsolado.

Yo en ésta vida,

he aprendido a ser digno

y que la dignidad sea mi mascarón de proa y mi razón de ser.

Ni le beso los pies a nadie,

ni me pongo de rodillas en plan suplicante,

ni acepto ninguna limosna caritativa,

yo exijo mi sueldo y mi nómina,

lucho por mis derechos laborales,

y reclamo la dignidad de las personas y del ser humano...

mi vida ha sido de todo y de nada,

hubo momentos intensos

y otros que ya me gustaría poder olvidar,

pero nada se olvida bajo el sol del otoño,

te da de lado,

te ilumina sesgado,

calienta pero no te quema,

se junta con el mar y crean

los mejores reflejos que te puedas imaginar,

yo por mi,

nacería en un día otoñal,

el año lo dividiría en cuatro estaciones otoñales

y el verano sería condenado al ostracismo más absoluto.

¡Y parece ser...que hubo un tiempo en que el verano existió!.

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