La tercera opción era darle algo y ya está, asunto arreglado, lo malo es que sólo tenía 5 euros y el tabaco me costaba 4,50, así que sin más vueltas, le dije la verdad, que ibas a comprar tabaco y que podía 50 céntimos. El tío valoró que algo es algo y algo es más que nada, por lo que me dijo que sí. Compré el tabaco y pasé por la misma esquina y le dí los 50 céntimos. La verdad que estos asuntos resultan fáciles cuando vas asfixiado de pelas o sea con el bolsillo vacío, lo malo es cuando vas con pasta gansa, ahí si que te agobias y la solución es complicada. A mi por suerte cada vez que me atracaron no llevaba casi nada, vamos como casi siempre. Pero con una navaja por el medio, te cagas igual patas abajo.
Recuerdo que cuando vivía en A Coruña (Galicia), que en dos semanas me habían atracado seis veces y lo mejor de todo es que no me robaron nada, tampoco llevaba nada. Pero de aquellas era más joven y al verlos venir ya preparaba mi estrategia de fuga y que consistía en que al mínímo descuido por parte de él, pues le daba un empujón y venga a correr como un galgo, ¡tampoco era tan complicado!. Me hice experto en fugas, pero de aquellas no me quedaba otro remedio, pues eran yonquis enmonados los que me atracaban y un yonqui en principio nunca te va a creer y menos si le dices que no tienes nada y si está enmonado, aún te va a creer menos. No es el primero que te inserta un navajazo y después te cachea.
Hombre, el tío de hoy pinta de yonqui podía tener, pero de yonqui menorquín o sea un yonqui light. Por suerte en ésta Isla no proliferan mucho las drogas duras. Además el elemento tampoco me sacó una navaja y menos me amenazó con nada y si lo llega a hacer, a lo mejor si que me rebelo, pues son reflejos condicionados y aprendidos hace muchos años, vamos de cuando yo era joven.
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